Que curioso este mundo en que vivimos donde todo es tan complicado a veces. Las emociones se acumulan en nuestro cuerpo creando tensiones y pensamientos que se repiten una y otra vez. Pensamientos de miedo, pensamientos de las otras emociones, pensamientos reactivos de todo lo que ocurre fuera de todo lo que ocurre dentro…
Y la vida vá pasando y las emociones lejos de irse y dejarnos tranquilos en una época mas madura se van acumulando y generan mas pensamientos y acabamos llenos, con una sensación de hastío.
El yoga nos lleva a parar este bucle. Cuando entramos en una rutina de práctica aparece la limpieza. El yoga en sus orígenes, era sencillo, siéntate, enfócate, con la espalda recta, controla tu mente llevándola a un punto, limpia de pasiones, controla a tus sentidos y haciendo esto un día tras otro, siguiendo esta sencillez, ahí estás. Detrás de todo ese lio que se creó , en cada práctica, te encuentras mas allá de tus pensamientos y tus emociones. Ahí estás. Más allá de todo ese lio. Paz. Ananda dicen los yoguis o alma.
Y por qué no lo hacemos y ya está? Parece fácil.
Quizá es, porque el último miedo es el encontrarnos a nosotros mismos, el último paso es quedarnos en ese silencio con nosotros y descubrirnos tal cuál somos y a veces… no queremos.
Yo me arriesgué, probé, quizá porque no tenía otra opción, porque todo se juntó para que saltase a este mundo de sentarme cada día y al ir atravesando esas capas, he vuelto a esa sencillez, a un lago tranquilo donde puedo encontrar perspectiva de lo que ocurre y la vida se mueve y la vivo, pero no duele ni cansa ni está tan llena. Y solo me he sentando cada día, eso es lo que he hecho.
B.Gita: “La paz suprema llega al yogui que, con la mente aquietada y las pasiones acalladas, ha alcanzado la unión consigo mismo y su Atman”