A veces se siente el paso del tiempo, los días en movimiento, con sus horas. Pero otras veces no. Por eso algo me dice que es subjetivo, etéreo eso del tiempo.
Siempre he tenido una relación clara con él. Siempre he tenido en cuenta su poca realidad y, quizá estos momentos de fin de un año, me lo recuerden aún mas. Los momentos donde el tiempo desaparece son en los que en más paz me encuentro. Veo una clara relación entre el no tiempo y la serenidad. Las horas pueden pasar a convertirse en instantes y momentos vividos.
Si miro esos instantes pasados aparece un curso precioso de instrucción en yoga este año, con una burocracia curiosamente sin tiempo también y unas personas llenas de ilusión. En especial aparece Mila. Una persona diligente, sencilla, con mucha técnica en yoga y admirada por la parte energética que poco a poco se va afianzando cerca de aquí.💜 Pequeños y grandes momentos con todas las personas del curso, de risa, de escucha, de aprendizaje e instantes de silencio para que el yoga entre…
Aparecen otros instantes en forma de postgrado, un postgrado que se reajusta con cada persona que asiste, llegando más allá de lo que el yoga aparenta para, entre desayuno y aguacate, encontrar el yoga de cada uno.
Aparecen muchos instantes en las sesiones de yoga, muchos momentos de complicidad y conexión, que se van guardando en el corazón, que me van enseñando a acompañar y me despiertan el alma.
También hay instantes de tristeza vividos en este año, como cuando veo a mi madre sufrir, neutralizados con momentos de alegría, donde veo a mi madre disfrutar.
Instantes de madre con hija 🧡💜 que me llenan el alma, donde claramente el tiempo se para, como cuando nos hacemos los huevos más perfectos del mundo o cuando veo como avanza en su camino hacia la mujer que ha venido a ser.
Instantes de amor, respeto profundo hacia mi pareja❤️, la escucha mutua, la admiración percibida.
Instantes de amistad, risas, lloros, acompañamientos💚. El yoga más puro, a través de la vivencia y las palabras.
Y el instante donde este año el yoga de Arantxa, de la buhardilla, se ha ido expandiendo hacia un grupo de personas: Mila en esas sesiones tan posadas, Diego con sus sesiones que no pasan desapercibidas, Ire poniendo compromiso, acción y alma a cada actividad, María Nora con su entusiasmo y ganas de hacer siempre con una sonrisa, Lau en su mundo pero todavía en el nuestro y mucha más gente que apareció con su alma despierta por aquí llenando de magia.
La magia que ya está creada para este nuevo lugar que todavía no ha llegado fisicamente (esta semana le han puesto el techo al yoga) pero su energía ya está aquí, con todos, en esta Escuela de Yoga que hemos creado.
A veces mencionamos que la meditación nos limpia de condicionamientos del pasado pero no nos limpia de los instantes vividos. Esos instantes se quedan formando parte de nosotros. Estos son algunos de los que he encontrado por aquí, los que se quedan en mi almita. Espero que encuentres los tuyos y puedas vivir cada vez más una vida sin tiempo y llena de instantes.