Floreciendo🌸✨

Es una gran toma de conciencia tener una profesora de yoga en prácticas compartiendo estos dias con nosotros. Hace días me preguntó cuántas horas del día le dedicaba a preparar las sesiones, cuanto mas trabajo tenía además de las sesiones. Algo que ya sabía y le comentaba es que no considero las sesiones como un trabajo, creo que si fuese así, a estas alturas ya no tendría inspiración para ellas.

Con respecto a cuánto tiempo dedico a prepararlas veo que la preparación se ha mezclado con mi vida y mi vida con la preparación. Cada paseo, cada detalle, palabra, lectura, meditación, frustración, decepción o efecto de la maternidad puede inspirarme para hacer una sesión o 2 o 10.

Por ejemplo esta semana. Hace unos días, en este pleno Enero en el que nos encontramos y después de una nevada no vista en muchos años en Las Matas, me encontré con una flor. Ahí estaba. Ahí había estado durante la nevada.

ed. Dharma

Y esta flor se mezcló con la actualidad y el hastío que sienten muchas personas al hacerse largo este proceso con el coronavirus, también se mezcló con el libro que estoy releyendo: «La meditación Vipásana» de Joseph Goldstein (otro regalo del curso de formación de profesores, encontrarme con libros olvidados) y mas elementos, conversaciones, gestos, fueguitos, meditaciones, posturas, sensaciones de mi cuerpo al hacerlas, al verlas….. todo inspiró la sesión semanal.

Al igual que una flor, nosotros con la práctica de yoga y meditación, florecemos. Podemos seguir las instrucciones del profesor en las asanas pero él las explica desde su experiencia. A veces cogemos un libro de yoga o o vemos una imagen ideal de una postura y queremos ejecutar ese resultado, vacío de contenido, solo superficie. Pero la flor es fruto del proceso de crecimiento lento de una semilla. La postura o asana también. La imagen final no es lo más importante sino el proceso para llegar a esa expresión externa. La practica, al igual que las flores, vá de dentro hacia fuera.(También van en esa dirección las heridas cuando curan bien).

El yoga es rendirse a la experiencia ; no un grupo de posturas estéticamente correctas.

Nuestra intención es florecer en las asanas, expresar nuestro interior, encontrar la libertad de la autenticidad, ser nosotros. Y la postura final es fruto de toda esa experiencia, única y diferente como diferente es cada flor.

Así es como podemos sobrellevar este momentos emocionalmente intensos, dejándonos ser, aceptando…. como hacen las flores ante el frio o viento. No luchan, solo aceptan. Se rinden a la experiencia (creo).

Para hacer esta sesión a nivel de asanas hemos abierto el pecho, con dhanurasana con ayuda y sin ella, cada uno su postura sin querer llegar a ningún stándar.

En el equilibrio, el punto de atención para mantener la postura era esta vez interno, visualizando en nuestra pantalla mental o chidakasha una flor imaginaria. Los ojos permanecían abiertos pero la mirada era hacia dentro, para así desapegarnos de ese punto de equilibrio externo al que me aferro cada vez mas (especialmente si hago esta postura siempre en el mismo sitio y me engancho a un mismo lugar).

Hemos hecho un trabajo respiratorio a través de un mudra simulando una flor con nuestros brazos, que también han trabajado.

En todas las posturas, intentábamos hacerlas nuestras, desde dentro, dejando que se expresaran, siendo el resultado adecuado a nuestro ser y encontrándonos con mucha libertad relacionándonos con ellas.

Externamente, se puede ver el que hace la postura desde el apego al resultado o el que la hace desde esta experiencia. Se veían muchas posturas hoy, auténticas… se veía mucho mas yoga.

En la meditación nos hemos sentido flores, desde la semilla hasta su mayor esplendor. Para poder llevar la esperanza, paciencia y autenticidad a un nuevo nivel.

Gracias Neus, por esas preguntas que me enseñan.

Namasté.